Se publicó por primera vez en Londres el 18 de octubre de 1851, en tres volúmenes y una edición de solo quinientos ejemplares. Llevaba el título de The Whale, es decir, «La ballena». La edición estadounidense, que contenía numerosos cambios y llevaba el título definitivo de Moby Dick, se publicó el 14 de noviembre en Nueva York, en un solo volumen y con una tirada de 2915 ejemplares.
La familiaridad con los libros y con el mar es evidente en Moby Dick, la sexta novela de Melville, donde las descripciones detalladas y realistas de la caza de ballenas, de la extracción del aceite y de la vida a bordo del Pequod se alternan con las reflexiones de los personajes en torno a su condición social, la dificultad de conocer la verdad de las cosas, el bien y el mal y la fatalidad del destino.
Además de la prosa narrativa, Melville utiliza una gran variedad de tratamientos literarios, que van desde canciones, poemas, cuentos de marineros y exposiciones científicas, hasta indicaciones escénicas, soliloquios, comentarios y apartes, como si de una obra teatral se tratara. Hay también continuos cambios de tono, momentos de prosa tranquila y de alta retórica, alegorías, especulaciones místicas y efectos humorísticos.
Un inventario sucinto del lenguaje de Moby Dick abarca desde los términos náuticos a las referencias bíblicas y homéricas. Esa voluntad enciclopédica de abarcarlo todo, que hoy se nos antoja sumamente moderna, tropezó en el momento de su publicación con la incomprensión de algunos críticos, que tomaron por torpeza lo que en Melville era original y deliberado.
Reseñas aparte, la recepción de la novela fue más bien fría. La edición inglesa, de 500 ejemplares, vendió menos de 300 en los primeros cuatro meses. Aunque se reeditó, siempre lo hizo con tiradas muy bajas. En conjunto, en vida del autor solo llegaron a venderse unos 3200 ejemplares.
La recuperación de la novela y su ascenso a la fama literaria llegó con motivo del centenario del nacimiento de su autor, en 1819. En torno a esa fecha, los críticos descubrieron las verdaderas dimensiones de su obra, y los eruditos exploraron su vida. Sus principales novelas y relatos llegaron a considerarse clásicos de la literatura universal, y hasta su poesía empezó a ganar adeptos. Se hizo evidente que Moby Dick se había anticipado a su tiempo, y se gestó su reputación como «gran novela americana».
Como todas las grandes obras de arte, Moby Dick parece crecer dentro de cada uno, con cada lectura. No es un libro cualquiera, sino un repositorio de la cultura estadounidense y de lo más importante de la literatura universal. Y su primera frase, «Llamadme Ismael», que algunos traducen como «Podéis llamarme Ismael», es, sin duda, la frase corta más citada de la literatura norteamericana.
(Texto extraído de la introducción y el apéndice de Vicente Muñoz Puelles para la edición adaptada de Moby Dick, con ilustraciones de Goyo Rodríguez)